jueves, 23 de diciembre de 2010

Filosofía Política


  1. ¿Cuáles son las concepciones filosóficas más relevantes en el análisis político en torno a la democracia y los derechos humanos?

El legado de la Antigüedad clásica

Platón y Aristóteles, Polibio y Cicerón, así como las instituciones de la antigua Grecia y Roma señalan la cuna del pensamiento político occidental, cuyas principales preocupaciones y temáticas han continuado siendo analizadas, pues muchas de sus elaboraciones conceptuales sirven de referente a la luz del mundo contemporáneo.

La riqueza de ideas de pensadores de la Antigüedad griega y romana es indiscutible. En la tradición del pensamiento político occidental, constituyen no sólo el inicio de la reflexión sistemática sobre la problemática del hombre y su comunidad, es decir, de su organización y de los fines de esa organización, sino que sus categorías de análisis constituyen aún una referencia obligada en la filosofía y teoría políticas. Sus preocupaciones sobre lo justo, el buen gobierno, la importancia de las leyes, por sólo mencionar algunas, constituyen una fuente imprescindible de permanente consulta en el devenir del pensamiento y de los distintos órdenes políticos, ideados, generados y analizados desde la Antigüedad.

En los siglos V y IV a. de C, estaba ya en plenitud la discusión y reflexión sobre el origen y finalidades del Estado. El auge de esta cuestión está representado indudablemente por la tríada formada por Sócrates, Platón y Aristóteles. Sus reflexiones y análisis sobre la problemática humana, dirigida a la búsqueda del buen gobierno, señalaron un camino que no ha sido concluido. Desafortunadamente, Sócrates no dejó una obra escrita, por lo cual son Platón y Aristóteles quienes centran nuestra atención.

Mientras Platón elabora en La República un Estado ideal, gobernado por un rey-filósofo, Aristóteles se separa sustancialmente del método y planteamientos de su maestro al recurrir no sólo a las ideas, sino al análisis de las constituciones existentes. Es Aristóteles quien logra una mayor consistencia y sistematización de sus ideas políticas; muestra de ello es su clásica definición del hombre como un zoon politikón. Su teoría de las formas de gobierno, así como su concepto del "justo medio", los cuales son analizados en esta unidad, siguen siendo referencia obligada en el estudio de esas problemáticas. En ese sentido, no hay que olvidar que su influencia en el pensamiento occidental fue decisiva en los siguientes cinco siglos.

La preocupación no sólo sobre la comunidad política ideal, sino sobre la posible, acercó a los filósofos a la observación y análisis de experiencias reales como ya había iniciado Aristóteles. A esa inquietud corresponde la incorporación en de autores como Polibio y Cicerón. Este último es seguidor del primero, con respecto a la importancia de la temporalidad y del cambio, es decir, de la historia y su vinculación con la reflexión sobre la política. No obstante, la importancia de este vínculo fue adormecido durante la Edad Media y sólo sería puesto en su justa dimensión hasta el Renacimiento, época en que política e historia serían elementos básicamente inseparables del análisis y reflexión sobre la política. Baste mencionar la importancia que este aspecto cobra para Maquiavelo.

Es así que parte fundamental del análisis de Polibio será su teoría del ciclo histórico de las formas de gobierno, así como su exposición sobre el gobierno mixto. En cuanto al pensamiento romano, Cicerón es indiscutiblemente el autor más destacado en la filosofía y teoría política, de quien analizaremos el vínculo entre el derecho -a través de la ley- con la política, así como sus definiciones de República (res publica o res populi) y pueblo, conceptos que permanecen en el pensamiento político hasta la actualidad.

El pensamiento del Medioevo y el tránsito hacia el pensamiento político laico

Con la caída del Imperio Romano, siglo V de nuestra era, y la propagación del cristianismo, se generó un pensamiento político teológico que contribuyó a la explicación y justificación del orden medieval, del cual son representativos los planteamientos de San Agustín y Tomás de Aquino. En tanto, Marsilio de Padua se inscribe en el tránsito del Medioevo al Renacimiento, época que paulatinamente se abre a las ideas características de una sociedad moderna. En este tránsito, se produce la pugna entre los poderes espiritual y terrenal, representados por el papado y el Imperio, respectivamente.

Producto de su época y de su condición de religiosos, San Agustín y Tomás de Aquino dieron forma al marco de la relación entre religión y política, poder espiritual y temporal, orden religioso y civil, Iglesia e Imperio, en el que muy claramente se advierte la búsqueda de una legitimación del orden político (y en general económico y social), jerarquizado y subordinado al poder de la Iglesia católica.

Ambos autores retomaron del pensamiento griego y romano las ideas eje de su doctrina política, como son el mundo suprasensible de Platón, y los conceptos aristotélicos de la potencia y acto. De igual manera, lo hicieron con los planteamientos ciceronianos de ley temporal o humana, ley natural o eterna. Todo ello reinterpretado dentro de una visión teológica.

Las concepciones de estos dos autores medievales sobre el universo, el hombre y el Estado son modificadas significativamente y obedecen a una lógica metafísica, ultraterrenal y jerárquica, es decir, se remite en términos generales, a la fe y a la revelación divina bien expresado en el título que da nombre a la obra cumbre de San Agustín, La Ciudad de Dios. Se analizará en esta obra la teoría de las dos ciudades, la divina y la terrena, así como la primacía de la primera y las implicaciones de esta teoría para explicar el papel predominante de la Iglesia y la doctrina cristianas, como medio de dominación.

De Tomás de Aquino, exponente clásico del pensamiento escolástico, se analizará cómo retoma y cristianiza las ideas aristotélicas al integrarlas en el marco del principio religioso de la revelación y sus intentos de sintetizar la fe y la razón. De igual forma, se estudiarán sus reflexiones sobre la ley, la justicia y el bien común, así como el fin del Estado y las razones que expone para la defensa de la monarquía.

De esta manera, la filosofía política de San Agustín y Tomás de Aquino expresa claramente la supremacía de las leyes divinas sobre las civiles, mientras que Marsilio de Padua sostiene la independencia del poder político del Imperio, no obstante conserva el ideal medieval del carácter cristiano de la sociedad.



El Renacimiento y la laicización de la política

La autonomía del poder político, con respecto al religioso, y la concepción de la política, libre de ataduras éticas, fueron un proceso que se consolidó en el Renacimiento. En efecto, hacia el siglo XVI se produjo la batalla entre los poderes espiritual y terrenal que se expresa en la filosofía y teoría políticas de los pensadores de la época. A este cambio contribuyeron las ideas racionalistas y el recurrir a la historia en el análisis político, orientado éste a escudriñar en los juicios que guían las decisiones adoptadas por los gobernantes, tal como lo hizo Nicolás Maquiavelo.

Juan Bodino y Nicolás Maquiavelo (junto con Hugo Grocio y su idea de un derecho natural laico y, más radicalmente, la teoría del derecho natural contractualista de Thomas Hobbes, constituyen los grandes pensadores que revolucionaron el pensamiento político moderno al reivindicar el poder político y el Estado, como cuerpos independientes de la religión y la moral y que responden a una lógica propia.

En su obra fundamental, Los seis libros de la república, Bodino reafirma la independencia absoluta y perpetua del poder temporal mediante su planteamiento de la soberanía, la cual se constituye en atributo fundamental del Estado. Por su parte, en El Príncipe, Maquiavelo reivindica el poder terrenal como el único poder político y niega legitimidad al poder espiritual cuando afirma que todos los Estados que existen y han existido son repúblicas o principados. Asimismo, concibe a la política como el arte de conquistar y conservar el poder.

Los fundamentos del liberalismo político, los límites al poder del Estado y los principios del reparto de poderes en la obra de John Locke".

John Locke funda los principios del liberalismo político, al mismo tiempo que da al iunaturalismo un nuevo contenido, al afirmar que el estado de naturaleza previo a la formación del Estado, contiene ya, derechos y límites que hacen del Estado no el detentador absoluto del poder, sino el depositario temporal del mismo y entre sus fines identifica la preservación y perfeccionamiento de los derechos ya esbozados en el estado de naturaleza.

La comprensión de la teoría política de Locke resulta indispensable para entender cómo puede operarse al interior mismo de un cuerpo teórico (el iusnaturalismo), un cambio radical que conduzca a una interpretación distinta del objeto de estudio: el Estado.

Así en la obra de Locke el Estado será el responsable de velar por la preservación de los derechos fundamentales del hombre y será constituido como el depositario de un principio de soberanía y de representación que originalmente se encuentra en el cuerpo social, con el consecuente reparto de poderes en la atribución unitaria del Estado y la posibilidad histórica por parte de la sociedad, de retirar la confianza depositada en él.

El ''espíritu de las Leyes" de Montesquieu y la búsqueda de un principio explicativo general del Estado.

Charles de Secondat Montesquieu, Barón de la Brede, es el autor de uno de los textos más emblemáticos de la filosofía y la teoría política, "El espíritu de Las Leyes". Inspirado por la idea central del conocimiento probado y confirmado, Montesquieu basa su reflexión acerca del estado y la política, en un vasto conocimiento que abarca tanto las ciencias naturales, la historia, la política y la filosofía, la reflexión de Montesquieu forma parte de la generación de la ilustración y en ella se identifica el impacto del desarrollo de las ciencias naturales en otro tipo de saberes. De ahí su gran insistencia en relacionar el medio ambiente con la organización social y política.

Su búsqueda de un principio explicativo que permita entender las formas que cobra el poder político, se orienta con reglas de carácter empírico y comparativo. Su texto más célebre es un compendio de carácter enciclopédico y apunta a conocer como a través de la regularidad cié los hechos históricos y las características de cada tipo de sociedad y civilización, se determinan el carácter del Estado y la política. Este autor representa una variedad específica de la teoría política durante el siglo XVIII, al buscar fundar un marco explicativo de la política refiriéndolo a las condiciones generales que condicionan la organización social.

La teoría moderna de la democracia y el predominio de la Voluntad General y la dominación como fundamento de las relaciones sociales, en la obra de Jean Jacques Rosseau".

La obra y pensamiento de Rosseau han recibido muy diferentes interpretaciones, así como también han sido el objeto de intensas polémicas tanto en el sentido como en la valoración dados a su herencia intelectual, por lo cual se identifica una gran bibliografía dividida en admiradores y detractores del pensador ginebrino.

El pensamiento de Rosseau al presentar de una forma totalmente nueva el paradigma democrático, se ubica como un verdadero parteguas en la historia del pensamiento político y es muy considerable la importancia de sus ideas en el alumbramiento de la sociología, al mostrar las relaciones y dicotomías entre el interés individual y la asociación para lograr fines comunes en el seno de la sociedad. A guisa de ejemplo de lo anterior, podemos afirmar que el pensamiento de Rosseau está en los orígenes de la teoría de la acción de los sociólogos de los años sesenta y setenta del presente siglo.

Rosseau personifica a un intelectual que hace del ensayo de interpretación, una pieza de orfebrería retórica y discursiva que une el espíritu universalista de la generación de los enciclopedistas con la observación directa del nacimiento de la democracia. Precedido por Siéyes, Rosseau aporta una serie de nociones de primera importancia para fundar en términos modernos el ideal democrático.

Tratando de ser completamente veraz, Rosseau buscó la realidad más profunda del hombre, el cual para nuestro autor, desde sus orígenes es un ser social dividido por la posesión y que justamente por esta desigualdad, ha pactado una convivencia entre poderosos y despojados que justifica la dominación.

En el pensamiento de Rosseau, la diferencia primigenia establecida por la propiedad y el despojo de ella, da lugar históricamente a una representación política de los intereses sociales en la cual, la esfera particular queda subordinada a la égide mayoritaria expresada en la voluntad general. Se establece entonces para el cuerpo político como primera obligación, responder al mandato de voluntad mayoritaria. Pero para que ello sea así, Rosseau da acta de existencia a la figura real y metafórica del ciudadano, figura y actor central de cualquier tipo de entramado político de carácter democrático.
Las variantes histórico-sociales de la sociedad democrática” y la tensión subyacente entre igualdad y libertad en ellas: La democracia en América de Alexis de Tocqueville

Una preocupación central o una pregunta esencial guían al estudio de Tocqueville sobre la democracia en América del Norte: ¿la violencia es indispensable para la aparición cié la democracia?, esta misma interrogante puede ser planteada de otra forma: ¿el régimen precedente a las formas democráticas, tiene que ser abolido única y necesariamente mediante la Revolución?

Para responder a esas preguntas clave, Tocqueville observó detenidamente a la Unión Americana y concluyó que si bien la democracia era un ideal irrefrenable y marcaba el horizonte histórico de los pueblos, su aparición y más específicamente el modo de su instauración, podrían ser muy distintos según fuesen las coordenadas históricas de la sociedad de que se tratase y sus propias condiciones sociales. Entendidas éstas últimas de manera muy extensa para incluir en ellas, la religión, la educación, las tradiciones, es decir, el conjunto de relaciones que hoy se conocen como formando parte de la cultura política.

El pensamiento de Tocqueville constituye uno de los estudios más completos y acuciosos respecto del entramado social que sostiene a la edificación democrática. Su interpretación acerca de la democracia americana, se constituyó desde un inicio, como una obra enteramente original, por cuanto que el enfoque de observación aplicado, su respaldo en una larga meditación acerca de la interpretación de la historia y su pionera demostración del análisis comparativo, lo sitúa en uno de los primeros teóricos de lo que en centurias más tarde se llamará sociología política. La importancia de su obra es innegable y particularmente alude a una forma distinta de valorar las condiciones sociales que subyacen en todo régimen político.

El Estado como expresión política del dominio social y los supuestos históricos de su desaparición. La política entendida como nivel específico de la acción de las clases y grupos sociales: Karl Marx y la utopía revolucionaria del mundo industrial

El llamado socialismo científico, materialismo histórico o más llanamente "marxismo" fue muy poco conocido y aún todavía más escasamente leído por sus propios contemporáneos. Décadas más tarde y hasta la primera mitad del siglo XX ser interpretó y convirtió en ortodoxia con base a una publicación fragmentada y selectiva de los escritos de Karl Marx, para después convertirse en un pensamiento de alcance universal, generador de partidos políticos, elemento inspirador y posteriormente ideología oficial de nuevos Estados, y transformador de muchos enfoques y temas de la Economía Política, la Historiografía, la Ciencia Política y la Sociología contemporáneas, así como también pensamiento matriz para muy diversas escuelas que se definieron como continuación y desarrollo de sus propios postulados originales.

La obra de Marx que inclusive legitimó a reflexiones dogmáticas intolerantes, sigue siendo una piedra de toque, para entender tanto las tensiones internas del pensamiento social y político del Siglo XX, como para captar el esplendor y ocaso de las sociedades que se planearon como alternativa a la sociedad capitalista.

La sociología comprensiva de Max Weber: La evolución histórica de la estructura social, su creciente y diversificada heterogeneidad y la especialización de funciones en el Estado. El surgimiento del cuerpo de funcionarios.


Muy cercano a las fuentes originales de la sociología, con un gran conocimiento de las sociedades europeas y asiáticas y de la propia antigüedad, Weber pese a la recolección tardía de los escritos publicados bajo el título de "Economía y Sociedad" su sociología comprensiva representa uno de los esfuerzos más notables por fundar una sociología científica, que sin renunciar a los valores, establece los paradigmas para el estudio del Estado en los albores y mediados del siglo XX.


El descubrimiento de la clase política como distintiva del Estado en la obra de Gaetano Mosca

Gaetano Mosca introduce en la teoría política uno de los temas de reflexión más apasionantes y polémicos, el estudio de las élites. Si bien Mosca continuó una línea de pensamiento cercana a Weber, en el sentido de caracterizar y definir al grupo social responsable del manejo del Estado, como un grupo dotado de saberes especializados para el ejercicio del mando y el poder, sin embargo es desde otra perspectiva teórica que él fundamenta el predominio sobre las relaciones políticas de la capa superior que ocupa los lugares de comando social y político. Desde una óptica crítica de la democracia, este autor se basa en una visión de la historia en la cual, existe una reproducción ininterrumpida de las élites y el cambio social se da, no por el cambio de estructuras, funciones o civilización, sino por la relación entre la élite dominante y las formas de acceso, reproducción o bloqueo por ella creadas para la pertenencia o no de otras capas sociales a ese enclave de privilegio y poder.

Mosca además de representar un tipo de pensamiento situado en las antípodas de la democracia, pero sumamente atento a las nuevas realidades que ésta ha creado y reveladoras por tanto de las paradojas surgidas de los sustentos del ideal democrático y la realidad social, se ubica también, en la perspectiva de fundar los estudios que permiten comprender la lógica interna de los actores sociales que se hayan al frente de los centros de mando institucionales.

Derechos humanos, cambios políticos y democracia

Las distintas culminaciones de la Revolución Estadounidense y la Revolución Francesa, hitos fundamentales del efectivo paso a la Edad Contemporánea, representan el fin o el principio, según se quiera ver, del complejo proceso de reconocimiento o creación de los derechos humanos. Si las revoluciones son el revulsivo que da lugar a la gestación de los derechos humanos, las diversas actas de nacimiento lo constituyen las declaraciones de derechos de las colonias americanas, en especial la Declaración de Derechos de Virginia de 1776, considerada la primer declaración moderna de derechos humanos, y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789, influenciada por la anterior. Estas declaraciones, fundamentadas en el iusnaturalismo racionalista, suponen la conversión del derecho subjetivo en centro del orden jurídico, y a aquél se supedita el Derecho como orden social.

Fruto de este influjo iusnaturalista, los derechos reconocidos tienen vocación de traspasar las fronteras nacionales y se consideran "derechos de los hombres". Aunque el primer uso constatado de la expresión "derechos del hombre" (iura hominum) Según se plasmó en las Declaraciones, tanto los revolucionarios franceses como los estadounidenses consideraban que estos derechos eran inalienables e inherentes a la naturaleza humana, incluso verdades "evidentes" según la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

La primera declaración de derechos del hombre de la época moderna es la Declaración de Derechos de Virginia, escrita por George Mason y proclamada por la Convención de Virginia el 12 de junio de 1776. En gran medida influyó a Thomas Jefferson para la declaración de derechos humanos que se contiene en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, de 4 de julio de 1776, a las otras colonias de América del Norte y a la Asamblea Nacional francesa en su declaración de 1789.

La noción de derechos humanos recogida en las Declaraciones, basada en la ideología burguesa del individualismo filosófico y el liberalismo económico, no experimentó grandes cambios a lo largo del siglo siguiente hasta que, ante las pésimas condiciones de vida de las masas obreras, surgieron movimientos sindicales y luchas obreras que articularon sus demandas en forma de nuevos derechos que pretendían dar solución a ciertos problemas sociales a través de la intervención del Estado, como la garantía del derecho de huelga, unas condiciones mínimas de trabajo o la prohibición o regulación del trabajo infantil. Desde la primera mitad del siglo XIX se había desarrollado una nueva filosofía social que se manifestó en el socialismo utópico, el reformismo de la Escuela Católica Social, la socialdemocracia, el anarquismo o el socialismo científico. En esta nueva fase fueron muy importantes la Revolución Rusa o la Revolución Mexicana.

Además de las luchas obreras, a lo largo de la edad contemporánea los movimientos por el sufragio femenino consiguieron para muchas mujeres el derecho de voto; movimientos de liberación nacional consiguieron librarse del dominio de las potencias coloniales; y triunfaron diversas reivindicaciones de minorías raciales o religiosas oprimidas, movimientos por los derechos civiles o movimientos de políticas de identidad que defienden la autodeterminación cultural de colectivos humanos.


El siglo XX se caracterizó también por la incorporación de los derechos humanos al Derecho internacional. Si a principios del siglo se afirmaba que esta rama del Derecho sólo regulaba las relaciones entre Estados y excluía a los particulares, el cambio fue rápido y tras la Segunda Guerra Mundial, según Juan Antonio Carrillo Salcedo, los derechos humanos podían considerarse un principio constitucional del Derecho internacional contemporáneo. Es especialmente desde el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas, en 1945, cuando el concepto de derechos humanos se ha universalizado y alcanzado la gran importancia que tiene en la cultura jurídica internacional. El 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), como respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial y como intento de sentar las bases del nuevo orden internacional que surgía tras el armisticio.

Posteriormente se han aprobado numerosos tratados internacionales sobre la materia, entre los que destacan los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966 (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos Económicos, sociales y Culturales), y se han creado diversos dispositivos para su promoción y garantía.

BIBLIOGRAFIA

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